jueves, 12 de noviembre de 2009

A las diez, en Las Heras

No te escuché. ¿Dónde me dijiste que nos encontramos? En Las Heras, a la hora de siempre. Ahí estaré entonces, si no llego puntual, pedime un café. Por favor, no te demores, mañana tengo muchas cosas que hacer y lo que tengo que decirte es importante. No me voy a demorar, vos pedime el café que cuando lo traigan, ya voy a estar ahí.
Cortaron.
Bety apagó la luz, tomó la crema y se puso en ambas manos. Se las masajeó un buen rato y luego se quedó dormida.
Al otro día se levantará, como cada mañana, se prepará el café y, mientras espere a que se enfríe, se pondrá una pollera negra con una blusa blanca de mangas tres cuartos. Así será. Luego de dos o tres intentos, pondrá en marcha el Renault y lo estacionará a dos cuadras de Las Heras.
Miriam colgó el tubo y vio que los dígitos del teléfono tenían un poco de tierra. Tomó un trapito, le puso Blem y los limpió uno por uno. Y se fue a dormir. Le costó conciliar el sueño. Mucho le costó. Con pesadez se levantó y preparó un té con dos saquitos de tilo. Lo tomó. Ahora sí. Tendrá pesadillas en algunas horas, pero no lo sabe al momento de quedarse dormida.
Se duchará antes de salir y se pondrá un Jean blanco con una blusa negra si es que hace calor. No sacará el auto mañana, esperará el micro en la puerta de su casa y a las diez en punto entrará a Las Heras. Se quitará los anteojos oscuros y el mozo le ofrecerá el menú. Ella pedirá: “dos cafés dobles por favor”.
Pero Bety no abrirá la puerta a las apuradas. Bety no llegará a Las Heras y la matarán al bajar de su Renault. Dos hombres le perforarán los pulmones con tres balazos de una calibre 22 y le apagarán un cigarrillo en el ojo izquierdo. Seguirán de largo en la moto y no se los volverán a ver.
Miriam tomó su café y también el de Bety, para que no se enfríe. Ya son las once menos cuarto. Está inquieta, siente deseos de ingerir whisky o alguna bebida fuerte. La pide: “un whisky doble por favor”. El mozo se lo trae. Lo toma. Está nerviosa, muy nerviosa. Teme no poder advertirle a Bety que allanaron el prostíbulo de Liniers. Teme que Bety, después de este café, se niegue a apartarse del tráfico de chiquitas.

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