viernes, 19 de junio de 2009

Canon de reflexión

Resulta cómodo refugiarse en la idea de que el ser humano, y la realidad en sí misma, son pura contingencia. Que somos lo que somos por estar ubicados en un tiempo y espacio determinados; que en breve, quizás, ya no seamos los mismos. Y que hoy no somos lo que fuimos antes. Heráclito lo dijo: “nadie se baña dos veces en el mismo río, ni ve dos veces a la misma persona”. Y es bueno tener esa frase presente. Lo paradójico es que en muchas ocasiones nos escudamos detrás de un ligero “soy así” o “es así”; negándonos al cambio.
Nos contradecimos una y otra vez. Constantemente.
Decimos que nos lastima que nos engañen, que nos traicionen, y sin embargo, desconozco a la persona que le disguste ver un truco de magia. Por el contrario, después de uno, exigimos otro. Y otro. Es que las ilusiones nos llenan de vida y son sólo eso, ilusiones. Miramos hasta ahí nomás, por temer a verlo todo, a descubrirlo. Y que se desvanezca.
Algunos filósofos dicen que en la actualidad el hombre no goza de capacidad de asombro. No lo creo. El asombro de hoy no es idéntico al de los griegos en la antigüedad, creo que hay infinidad de cosas por descubrir aún. Y tengo la certeza de que por más nociva que sea la sorpresa, es hermosa. Desconozco, también, a quien les desagraden. Es un instante de satisfacción. Efímero. Fugaz.

En otra etapa di espacio a la creencia en el destino. Desde allí me paraba y dejaba todo en sus manos. Hoy creo que lo que sucede a cada paso que damos es un acto azaroso. Que aquí y ahora desplazo los dedos por el teclado sin saber qué ocurrirá en la línea número treinta; quizás no escriba lo que tengo pensado escribir. Es cómodo, porque se deja a las cosas fluir, no se las espera. Y de nuevo surge la paradoja, porque mirar para adelante está sujeto a esos planes que queremos trazar y a esas cumbres que queremos pisar. Y no es fácil dejar las cosas fluir. No hay nada si no miramos más allá de ahora.
Nos piden un consejo y decimos “dejá que pase el tiempo”, pero sabemos que las “cuestiones de tiempo” son las más desesperantes. Hoy te lo digo a vos, y vos algún día me lo vas a decir a mí. Y de nuevo.
Por qué no creer que todo esté prendido del azar, por qué buscar porqués, si sabemos que el hombre no es una animal racional. Se trata de la necesidad. Las necesidades, si no se satisfacen, molestan. Quien tenga la vista aquí, imagine la más cercana. Molesta. Sé que una necesidad puede dejar de serlo con el tiempo; es certero. Pero de un modo u otro, con una explicación u otra, se pretende repararla.
Hasta este reglón, el último, quizás nada haya sido más de lo mismo. Pero es una necesidad, satisfecha.

2 comentarios:

  1. ehh malvi, la verdad q muy bueno el blogs, leo casi todas las notas que publicas y la verdad q estan muy buenas!! bueno nos vemos un abrazo grande.

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  2. Necesidad o deseo, por momentos se confunden. hacés un recorrido por muchos temas, con los que me identifico bastante.
    Será el aire de crisis que ronda por los pasillos de la Facultad, será el año - Anita cree en el cosmos y su influencia sobre nosotros -; será esto de crecer que continuamente se nos plantea en sus más diversas preguntas!
    CRecer!!! Un lugar tan común, y tan complejo a la vez. no?

    Y en cuanto al destino, está más que claro que a la vida la traza uno. Problemática es la cuestión cuando nos damos cuenta que la vida se está trazando sola.

    Catártico esto? jajaja...Y bueno... son los efectos de internet y las teclitas ligeras de mi pc.

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